Un compañero simpático e incansable
Menos populares que los hamsters como mascotas, las ardillas de tierra son apreciadas por su incansable actividad y simpático aspecto.
Cada vez es más frecuente ver en las tiendas de mascotas pequeñas ardillas de tierra marroquíes. Este simpático roedor, de ojos saltones y cuerpo rayado, se puede mantener en casa en jaulones de tamaño adecuado a sus necesidades de ejercicio o bien suelto por la vivienda si dispone de una jaula abierta en la que recogerse a dormir.
Increíblemente activas y saltarinas, llegan a adaptarse perfectamente a la cautividad. Si se mantiene un único ejemplar aislado podrá domesticarse por completo haciendo las delicias de sus propietarios. En el caso de mantener varios ejemplares o una familia, se alojarán en un jaulón de al menos 1,5 metros de ancho por 1 metro de profundidad y unos 70 - 80 cm de altura. Este se situará bien protegido de las corrientes de aire y en un ambiente cálido, pues no soportan el frío de nuestros inviernos.
Conviene en todo caso que dispongan de algún sistema calefactor, y proporcionarles un macizo rocoso que les recuerde su hábitat natural y varias ramas bien sujetas a las que encaramarse en sus saltos y piruetas. También dispondrán de una zona de arena estéril que absorba sus deyecciones.
Mantenidas en estas condiciones llegan a vivir entre cuatro y seis años, y no es difícil lograr su reproducción, sumamente rápida: tras una gestación de poco más de un mes nacerán entre tres y seis ardillitas que a los cuarenta días de vida ya se independizarán de sus padres.
Su alimentación debe ser lo más variada posible: frutos secos, higos, dátiles, galletas, pienso para roedores, grandes insectos como saltamontes, pan duro, huevos frescos. El agua se les pude proporcionar mediante bebederos tipo "mamadera" para roedores o bien con lechuga, uvas, zanahorias u otras verduras ricas en agua.
Atención cuando están sueltas por la casa, ya que son frecuentes las intoxicaciones debido a su voracidad y necesidad de roer diversos materiales.
Es imprescindible una higiene escrupulosa de las jaulas así como evitar dejarlas a la intemperie para mantenerlas en buen estado de salud. Por otra parte, es muy importante impedir por todos los medios la posibilidad de que se escapen: aquellos animales liberados que pudieran reproducirse constituyen una increíble agresión ecológica en determinados hábitats por su voracidad y facilidad para reproducirse.