Uno más en la familia.
Como afecta a nuestras mascotas la llegada de un bebé.
Ante el nacimiento inminente de un bebé en la familia, la mayoría de los propietarios se plantean en que medida afectará ese feliz acontecimiento a sus mascotas, y si estas representan un peligro para el pequeño. A veces los comentarios de vecinos o familiares en el sentido de que deben deshacerse a toda costa de los animales domésticos les crea una gran ansiedad y les pueden llevar a adoptar decisiones de las que luego se arrepentirán.
Es evidente que todas las precauciones son pocas cuando se trata de la salud y el bienestar de nuestros hijos. Pero aquí, como siempre, el sentido común y la información son las mejores armas para no cometer errores irreparables.
Excepto en el caso de perros potencialmente agresivos, a los que jamás se debe dejar en compañía de niños pequeños sin una estricta supervisión, no se suelen plantear problemas de agresividad hacia los niños. Es más, tras un corto periodo de adaptación a la nueva situación, el perro suele tomar "bajo su protección" al niño, convirtiéndolo en un compañero de juegos al que suele aceptar tratos que no aceptaría de otras personas. La llegada del bebé a casa trae consigo muchos cambios (especialmente si antes no había niños pequeños en casa): olores nuevos, mas visitas de amigos y familiares, alteración de los horarios de la familia, que el perro puede encarar desconcierto, pero en la mayoría de los casos se adaptará rápidamente. La menor atención que sus dueños le dedicarán al principio puede ser causa de celos o depresión para el animal, fácilmente solucionable con alguna caricia y algo de cariño de vez en cuando. Puesto que en los primeros meses el bebé no se mueve de su cuna, el animal tiene tiempo de sobra para ir aceptando su presencia en casa antes de que empiece a gatear o jugar con él.
En cuanto a la posible trasmisión de enfermedades al lactante, el sentido común nos dice que no debemos dejar a un perro lamerle, pues aunque esté sano, esto puede ser causa de irritaciones en la delicada piel del bebé. Estando correctamente desparasitado y vacunado, su presencia en casa representa un peligro mucho menor que, por ejemplo la visita de familiares con gripe, catarros u otras enfermedades fácilmente trasmisibles entre personas.
Atención a ciertos accidentes fácilmente evitables: no dejaremos entrar en la habitación del bebé a perros que por su tamaño, aún teniendo buen carácter, llevados por su curiosidad, pudieran volcar la cuna. Tampoco se dejará entrar a los gatos ya que por su tendencia a buscar sitios calientes donde dormir, podrían acostarse sobre el bebé impidiéndole respirar.
Con sentido común y las medidas higiénicas lógicas, evitaremos cualquier problema. Todos los estudios demuestran que los niños que crecen en compañía de animales domésticos son mas abiertos, tolerantes y responsables con otros niños, por lo que no deberíamos privarles de esta posibilidad enriquecedora.