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Prevención de problemas dentales en roedores domésticos.

La alta especialización de las piezas dentales de estas mascotas les hace propensos a sufrir numerosos problemas si su propietario no atiende a sus necesidades.

Tanto los roedores (hamsters, ratones) como los lagomorfos (conejos) son mascotas populares, especialmente entre los más pequeños de la casa. Su alta especialización en el consumo de alimentos particulares ha hecho evolucionar su dentadura dotándola de características muy especiales, la más sobresaliente el crecimiento continuo de los dientes incisivos.

Contrariamente a la creencia popular, los conejos no roen los alimentos, sino que utilizan los incisivos para cortarlos y reducirlos a un tamaño que puedan masticar con molares y premolares.

Los roedores, por el contrario, si que necesitan roer alimentos duros para contrarrestar el rápido crecimiento de sus incisivos. De lo contrario alcanzarán un tamaño que les impedirá alimentarse, llegando a aparecer fuera de la boca o clavándose en la mandíbula contraria.

Por la forma de su boca es difícil que el dueño se percate de la presencia de problemas en la dentadura, pero estos se hacen evidentes pronto, pues al impedir una alimentación correcta o causar dolor, el animal empieza a perder peso. Es una buena idea pesar estos animalitos periódicamente y anotar el peso, como primer indicio de que algo va mal.

A consecuencia de la mala alimentación aparecen problemas secundarios: pérdida de defensas, infecciones, o problemas metabólicos como la lipidosis hepática que ponen en peligro su vida.

El tratamiento de los problemas dentales en estos animales no siempre es posible o no alcanza los resultados deseados, por lo que es muy importante su prevención.

Dado que en la naturaleza cada especie ha evolucionado para adaptarse a un medio y alimentación concretos, el propietario deberá prestar especial atención a estas circunstancias. Muchos roedores pasan gran parte de su vida royendo: se le deben suministrar materiales adecuados para roer y alimentos duros.

Los conejos, por el contrario, no los necesitan. Estos animales son muy golosos a la hora de escoger sus alimentos, y elegirán primero aquellos que más les satisfacen (los más energéticos: semillas y frutas), dejando de lado otros imprescindibles por su aporte de vitaminas y minerales esenciales. También preferirán alimentos blandos que requieran menos esfuerzo para comer, pero son menos abrasivos y necesitan menos masticación que los que comen en la naturaleza, con el consiguiente crecimiento excesivo de los dientes. Es importante limitar la cantidad de piensos concentrados, especialmente en conejos: el suministro de pasto o paja reduce la incidencia de problemas dentales. Además, la exposición a la luz solar activa la vitamina D y facilita el metabolismo del calcio, mejorando su estructura ósea y dental.

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