Inseminación artificial en perras.
A veces nuestras mascotas también necesitan de técnicas de reproducción asistida para procrear.
A pesar de que la especie canina presenta una gran facilidad para reproducirse, no son raros los casos en los que está indicada la intervención del veterinario para lograr un embarazo.
Por numerosas causas, perras perfectamente sanas y aptas para procrear no son capaces de llegar a consumar la cubrición, bien por alteraciones anatómicas o trastorno del comportamiento o bien por problemas del propio macho que las tendría que cubrir.
La inseminación artificial consiste en la recolección del semen de un macho y su introducción en la vagina o directamente al útero de la perra a cubrir.
Está indicada cuando existen alteraciones vaginales o vulvares que impiden la penetración, como estrechamientos congénitos o por alteraciones anatómicas secundarias a enfermedades o traumatismos, hiperplasias (aumento exagerado del tamaño de la vulva por hipersensibilidad de sus tejidos a los estrógenos, hormonas sexuales de la hembra en celo), y en aquellos casos de perras agresivas o de temperamento dominante cuyo carácter les lleva a rechazar la monta.
También está indicada cuando es el macho el que por diversas causas no puede cubrir a la hembra, bien por que su apetito sexual no es suficientemente intenso, bien por que su temperamento es excesivamente sumiso o agresivo, o por causas más graves que le causen dolor o debilidad en el momento de la monta: enfermedades prostáticas, traumatismos vertebrales o enfermedades de los miembros posteriores, etcétera.
Existen casos en los que no es posible la presencia física del macho y la hembra en el mismo lugar en el momento adecuado para la cubrición. La inseminación artificial permite entonces el uso de semen congelado o refrigerado del macho más adecuado para esa hembra sin necesidad de desplazamientos.
Lo mas importante para el éxito de esta técnica es determinar exactamente el momento de la ovulación mediante frotis vaginales, ya que se deberá realizar inmediatamente después o en las 24-48 horas siguientes. Con el fin de garantizar el mayor éxito posible se suelen hacer dos inseminaciones con 48 horas de diferencia.
El semen se recoge mediante recipientes adecuados mediante estimulación manual del macho y después es introducido con una pipeta adecuada al tamaño de la perra hasta el fondo de la vagina o directamente en el útero. Esta última posición es más adecuada cuando usamos semen descongelado, pues en estos casos los espermatozoides suelen tener dificultades para atravesar por sí mismos el cuello del útero.
Como mejores resultados se obtienen es mediante la utilización de semen fresco recién recolectado y su introducción en el fondo vaginal, aunque sigue siendo la monta natural la que consigue unos mayores índices de concepción.