Cuando duelen los oídos.
Las infecciones e inflamaciones de oído en perros y gatos son un motivo frecuente de consulta al veterinario. Saber reconocer sus síntomas precozmente evitará males mayores a nuestras mascotas.
Por su peculiar anatomía, el oído de los perros está sujeto a numerosas causas de inflamación. Mediante el proceso de selección que ha llevado a la creación de las distintas razas caninas existentes en la actualidad, su canal auditivo, ya de por sí largo y angulado en razas "primitivas" o con menos desviaciones anatómicas respecto a los perros originarios, como el Pastor Alemán, se ha ido alargando y complicando más en su forma.
Así, vemos razas de orejas colgantes, como el Cocker Spaniel o los distintos sabuesos, que presentan un canal auditivo extremadamente profundo y a veces cerrado por el propio peso de la oreja. En estas razas son frecuentes las infecciones crónicas de oído, a veces refractarias al tratamiento por que se acumulan las secreciones y el pus en el interior y aparecen las recaídas una y otra vez.
Muchas veces la inflamación se debe a la presencia de cuerpos extraños, como las espigas de gramíneas, que por su forma en punta de flecha, se van introduciendo cada vez más profundamente hasta llegar a perforar el tímpano. Otras causa de otitis son la presencia de parásitos (ácaros), especialmente en gatos de raza persa, o el crecimiento de determinadas bacterias o levaduras que encuentran un medio idóneo para su desarrollo en el interior del oído.
Cuando un perro sufre de inflamación del canal auditivo externo, lo que conocemos como "otitis externa", siente dolor o malestar, lo que manifiesta sacudiendo repetidamente la cabeza para intentar expulsar las secreciones o aquello que le molesta. A veces si el dueño le toca la base de la oreja se queja violentamente.
Si solo es un oído el afectado puede andar con la cabeza inclinada hacia el lado que le duele. En todo caso, pasados unos días se empiezan a acumular secreciones que son causa de mal olor en el oído infectado.
Las otitis siempre requieren tratamiento, y cuanto antes se instaure mayor será la posibilidad de que no se hagan crónicas o aparezcan recaídas. Nunca se debe tratar con gotas para los oídos a un animal sin un examen previo por el veterinario del canal auditivo mediante un otoscopio, pues de existir cuerpos extraños, caso muy frecuente, si no se extraen estos el tratamiento fracasará, pudiendo llegar a perforarse el tímpano con la consiguiente perdida de audición e infección del oído interno, mucho más grave. Es importante una higiene escrupulosa y una limpieza periódica del interior del oído para evitar que se produzcan recaídas, mediante soluciones limpiadoras formuladas para este fin. Sin embargo, en los perros que no han padecido otitis no se recomienda el uso de estas soluciones a modo de prevención.