Gatos domésticos y mujeres embarazadas.
Muchas mujeres embarazadas tienen que sumar a los problemas de la gestación la angustia de tener que deshacerse de su mascota por el consejo de quien no sabe de lo que habla.
A menudo recibimos en nuestra consulta la visita de mujeres que, al saberse embarazadas, han sido aconsejados por familiares, vecinos o incluso su propio ginecólogo para que se deshagan de sus gatos. Tras convivir con el animal durante años hay un vínculo de afecto intenso entre el propietario y su mascota, y resulta muy doloroso tener que tomar una decisión así.
Los veterinarios no solemos estar muy de acuerdo con esta actitud por que en la mayoría de los casos está totalmente infundada.
En el origen de esta costumbre está un parásito del gato causante de la "Toxoplasmosis". Esta es una enfermedad que no tiene significación alguna en las personas, excepto si están inmunodeprimidas (caso de enfermos de SIDA) o si se contrae la enfermedad justo durante el embarazo, pues podría causar alteraciones en la placenta que llevaran a un aborto o malformaciones importantes en el feto.
Dicho así, resulta evidente que lo primero es la salud del niño y la embarazada. Pero hay otros factores a tener en cuenta antes de tomar decisiones sin pensar.
Las personas que contraen la enfermedad la superan sin apenas síntomas, algo parecido a una ligera gripe como mucho, tras la cual se hacen inmunes. El gato es el hospedador definitivo del parásito, y, en teoría, el que puede trasmitirlo al resto de las especies, incluido el hombre. Pero el gato ha de contagiarse antes mediante la ingestión de ratones contaminados o carne cruda de animales parasitados.
Es evidente que hoy en día la mayoría de los gatos domésticos no tienen posibilidad de cazar ratones u otros animales de los que contagiarse, siendo alimentados mediante preparados comerciales de los que es imposible que contraigan la enfermedad. Aún en el improbable caso de que el gato estuviera contaminado por la toxoplasmosis, es bastante inverosímil que después de convivir con él durante meses o años, el contagio vaya a producirse precisamente en ese momento en el que la propietaria se ha quedado embarazada. Lo lógico es que hubiera padecido la enfermedad sin enterarse y fuera inmune a ella ya.
Hay que resaltar aquí que es mucho más fácil y habitual el contagio por ingestión de carne de vacuno poco hecha que por contacto con gatos domésticos.
¿Qué se puede hacer en caso de duda? Al principio del embarazo se suelen hacer análisis para comprobar la salud de la madre en los que se incluyen los anticuerpos de toxoplasmosis: sin son positivos, la madre es inmune y no hay de que preocuparse. Si son negativos, y existe la duda de que el gato haya tenido acceso a ratones o carne contaminada, un simple análisis del gato nos permitirá salir de dudas. En el 99 % de los casos veremos que nuestra preocupación era infundada.